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Crítica: Bailarina Del universo de John Wick: Consecuencias positivas

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Bailarina, del universo de John Wick (Ballerina, Estados Unidos/2025). Dirección: Len Wiseman. Guion: Shay Hatten, Derek Kolstad. Fotografía: Romain Lacourbas. Edición: Jason Ballantine, Julian Clarke. Elenco: Ana de Armas, Keanu Reeves, Gabriel Byrne, Anjelica Huston, Ian McShane, Catalina Sandino Moreno, Norman Reedus, Lance Reedick. Distribuidora: BF Paris. Duración: 125 minutos.

Eve Macarro es la bailarina (Ana de Armas), entrenada en la escuela clandestina Ruska Roma, el mismo lugar donde se formó John Wick. Desde el inicio, la película plantea un tono familiar para quienes conocen la saga: disciplina, control emocional y la violencia como lenguaje natural. Dirigida por Len Wiseman (Inframundo, Duro de matar 4.0), Bailarina se apoya en el universo ya construido por Chad Stahelski, pero busca abrir su propio espacio dentro de ese mundo.

La historia sigue a Eve, una joven que después de una tragedia personal decide canalizar su dolor en un proceso de entrenamiento extremo. En ese recorrido, aprende a combinar precisión, agilidad y resistencia, con un enfoque que mezcla danza y combate. La película respeta los códigos visuales de John Wick: peleas cuerpo a cuerpo, planificación coreográfica milimétrica y una estética marcada por luces frías y escenarios elegantes.

Bailarina, del universo de John Wick (BF Paris).

La bailarina se mueve con naturalidad entre la fragilidad y la determinación, construyendo un personaje duro y femenino a la vez, que aprende a mirar y actuar como una asesina. Ana de Armas logra sostener ese equilibrio con una presencia física notable y una interpretación contenida.

El film incluye apariciones breves pero significativas de Keanu Reeves, Ian McShane y Anjelica Huston, que refuerzan el sentido de continuidad con la saga original. Reeves, como John Wick, tiene un rol pequeño pero decisivo, integrando los eventos del film dentro del mismo universo temporal que las entregas anteriores.

Bailarina expande el universo de John Wick sin perder su esencia: una historia de venganza, códigos rotos y redención a través de la violencia. Wiseman mantiene la solidez visual y la precisión técnica que caracterizan la franquicia, con un ritmo constante y sin excesos. Ana de Armas aporta adrenalina  y presencia a un relato que, sin reinventar la fórmula, demuestra que el universo John Wick tiene cuerda para rato.

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